La filosofía en el aula
Para algunos autores, la filosofía de la educación, no
es más que una serie de ejercicios de
pensamiento [1]. Pero, por otro lado, tenemos un sistema
educativo prusiano en el que se inspira la pedagogía tradicional y se basa en
una férrea disciplina, antiguamente se buscaba que los estudiantes fueran
sumisos y dóciles, que obedecieran sin cuestionar, pues debían aprender los
saberes instrumentales que les servirían para ser soldados o u obreros, y de
esta manera se eliminaba la individualidad, la originalidad y el pensamiento
crítico.
En el sistema educativo actual se ha hecho notar la
clara intención de algunos países y planes educativos en eliminar o reducir las
humanidades, la música y la filosofía, al mismo tiempo que aumenta el peso en
los currículos de los saberes científicos y técnicos. Después de todo, si se
quiere construir un puente, lo que se necesita son números y saberes técnicos,
leer a Aristóteles no sirve para construir puentes. En América Latina, la
filosofía en la educación comenzó por tener la tarea de una filosofía como espejo, esto para dar una
aproximación general sobre nuestra identidad propia y formar una idea sobre
nuestro papel en la geopolítica global [2].
“América, como todos los pueblos, irá tomando
conciencia de su realidad, mediante un movimiento dialéctico en el que se
enfrentan las opiniones de Europa sobre el ser y las que ella misma deduce al
confrontarlas con lo que es en sí misma. Por un lado, está lo que Europa quiere
que sea y por el otro lo que en realidad es. Por un lado, la serie de
justificaciones que se da a sí mismo un europeo al imponer su dominio político,
cultural y social sobre América, y por el otro las reacciones del americano
frente a estas justificaciones que le menoscaban.” (Zea, 1954, p. 83)[3]
Según esto, la filosofía ha de contribuir a la articulación
de preguntas sobre quiénes somos y quienes queremos llegar a ser como
latinoamericanos. Y además se aporta contenido a la idea se identidad cultural
regional. A partir de esto, también nace la filosofía como educación, la cual
hace uso de las herramientas de la disciplina y las pone a disposición.
Se denomina filosofía al pensamiento pensado por
diversos filósofos a lo largo de la historia de la humanidad, y este pensar se
mantiene vivo y en constante diálogo con quienes leen los libros de aquellos autores
o se dedican a estudiar sus pensamientos [4]. La filosofía es esto,
pero a la vez es mucho más. Es también el amor a la sabiduría, la búsqueda
constante de lo más universal, y al buscar lo más universal llegar a
convertirse en la madre de todas las ciencias.
Llegada de la Filosofía a Chile
La formación política y cultural del país tuvo gran
incidencia en la llegada de la enseñanza del pensamiento filosófico. Este
desarrollo formal de la filosofía en Chile tuvo sus inicios con una filosofía
aristotélica y tomista, además de distintos grados de pensamientos que fueron
llegando desde Occidente.
Las primeras clases de filosofía comenzaron a
impartirse alrededor de 1595, y fueron orientadas al estudio escolástico del
área de lógica, metafísica y física, con estricta prohibición de enseñar
autores modernos, como René Descartes[1]. Mientras en España
afloraba la filosofía moderna, en las colonias españolas se mantenía un tipo de
pensamiento que ya se había visto opacado por la aparición de los nuevos
intereses que abarcaban la reflexión científica y filosófica, porque aquí no
solo había cambiado la concepción de ver al hombre, sino también la manera en
la que se entendía el mundo y la naturaleza.
Como se mencionó anteriormente, la filosofía
aristotélica y tomista fue la primera corriente del pensamiento europeo en
llegar al país, y su consolidación no solo se produjo a través de la educación,
la cual estaba a cargo de ser impartida por las dos principales órdenes
religiosas presentes en el territorio, los domínicos y los jesuitas, sino que
también se vio fundamentada en los principios políticos que se encargaron de
cimentar la estructura jurídica y administrativa del poder colonial español. Lo
que llegó a Chile, en el siglo XVI, fue la lectura escolástica del pensamiento
de Aristóteles engrandecida en el estudio de Santo Tomás de Aquino.
Con esto, los inicios de la filosofía ilustrada en
Chile se vieron ligados íntimamente al contexto político que se estaba viviendo
en el país. Ésta filosofía llego en el preciso momento en el cual debía
elegirse el tipo de gobierno y estado que iba a instruir a esta reciente
nación. De manera lenta y gradual comenzó a establecerse esta forma de pensar y
asumir la reflexión filosófica en el país, y de modo más cercano al contexto
cultural específico de América Latina y Chile. El pensamiento filosófico de
Andrés Bello y el de Jenaro Abasolo resultaron ser de suma importancia en este
aspecto. Este ideario emancipatorio de la ilustración y luego el ideario
positivista chileno del progreso, que se vio inspirado mayormente por
pensadores intelectuales liberales del siglo XIX, ayudaron a organizar
sistemáticamente la educación, y por sobre todas, a la enseñanza superior, la
cual aún mantenía gran parte del antiguo régimen colonial [2].
La institucionalización de la filosofía de logró
progresivamente al convocar la presencia y labor de hombres que lograrían
sentar las bases para las posteriores generaciones. Desde aquí, el sistema
educacional superior se esforzó en promover la enseñanza y divulgación de la
filosofía europea, para luego continuar con el desarrollo del pensamiento
iberoamericano. Entre los exponentes latinoamericanos nos podemos encontrar con
Carla Cardua, Roberto Torreti, Jorge Millas, Luis Oyarzún, quienes fueron
algunos de los máximos exponentes de la generación.
En las primeras publicaciones de la Revista de Filosofía, la cual se funda en el año 1948 y entre sus
fundadores destacan Pedro León Loyola y Enrique Molina[3],
quienes dieron a conocer parte
de las obras y representantes de la filosofía en Chile, además de presentar a
profesores extranjeros que participaron como colaboradores y ayudaron a
propulsar aún más el desarrollo de la filosofía en el país.
A partir de 1940 la labor de los pensadores chilenos
se vio favorecida gracias a la apertura de las primeras facultades y
departamentos universitarios, los cuales estaban interesados en impartir la
enseñanza y divulgar el pensamiento filosófico en el país. Esto dio la
oportunidad que convocar a los interesados y comenzar a gestionar el panorama
de la filosofía en la educación. En Santiago se constituyeron los centros
neurálgicos, en torno a los cuales se desarrolló la filosofía. En estas
instituciones, hasta cierto punto se dio la posibilidad de desarrollar
autónomamente el ejercicio del saber filosófico.[4] Se llevaron a cabo las
primeras formulaciones de planes de estudio, y además surgieron publicaciones
especializadas en filosofía, como también la creación de bibliotecas y los
primeros congresos nacionales de filosofía, y con respecto a este ámbito,
también se abrió paso al país a congresos internacionales.
Y ya hacia el año 1964, Carla Cordua y Roberto
Torreti, entre otros, fundaron el Departamento de Estudios Humanísticos de la
Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, la cual
contribuyó enormemente a la difusión del pensamiento, y sobre todo al
pensamiento filosófico contemporáneo. Cabe destacar, que la Universidad
Católica de Chile y la Universidad de Concepción también aportaron al desarrollo
de la filosofía como un tema educacional, se encargaron de institucionalizar la
filosofía, obteniendo con resultados positivos.
La institucionalización ayudó al fortalecimiento del
prejuicio que hasta el día de hoy se mantiene hacia la enseñanza de la filosofía,
puesto que se trata de una disciplina individualista, volcada sobre sí misma, y
poco preocupada con la realidad contingente. El desarrollo actual de la
disciplina en el aula ha sabido relacionarse con el arte, la política, la
cultura en general y con los grandes problemas éticos que afectan a la sociedad
con respecto al avance científico y tecnológico que acaece en Chile.
En la escuela, la filosofía se muestra a sí misma de
tres maneras:
·
Como
una actividad caracterizada en procedimientos específicos, y hace uso de los
procesos de argumentación racional en su sentido más amplio, pues se esfuerza
por razonar bien y de buena manera. En el marco de la comunidad de personas en
búsqueda de la verdad exige una actitud tolerante, mostrarse receptivo,
escuchar, tener cuidado y mantener despierta la curiosidad.
·
Se
presenta también como un saber sistemático que puede abordar cualquier tema,
pero se centra principalmente en la verdad, el bien, la belleza, el ser humano
y la realidad. Por lo mismo, se llega a considerar como un saber de segundo
orden (también denominado “saber de segundo grado”).
·
La
filosofía en el aula debe permanecer rigurosa, y debe tratarse de un esfuerzo
intelectual centrado en los problemas más que en las respuestas. Está dirigido
hacia la constante formulación de preguntas, y esto debe implicar a las
preguntas que todos dan por supuestas que han sido respondidas o solucionadas.
La capacidad de preguntarse, de cuestionarse y problematizar obedece al enorme
deseo de acercarse a una comprensión globalizadora y sistemática del mundo que
nos rodea y de nosotros mismos.
La filosofía se constituye como la base de distintas
posturas ideológicas habidas y por haber, por tanto, ocupa un importante lugar
en la educación de niños y adolescentes, pues esta disciplina los pone en
contacto con temas básicos para entender los fundamentos con los cuales se
asienta la democracia, y les ayuda a desarrollar un pensamiento crítico, además
de sus capacidades cognitivas y afectivas exigidas en las sociedades
complejas.
Humberto Giannini
Humberto Giannini Íñiguez (1927-2014) fue un egresado
y reconocido académico del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, a
la cual permaneció ligado durante más de seis décadas. Posteriormente, continuó
sus estudios en la Universidad de Roma, bajo la tutela de Enrico Castelli. Su
labor docente, reflexión y sus obras son reconocidas a nivel nacional e
internacional. Entre sus obras, en las cuales presta especial atención a las materias
de lenguaje y convivencia humana, se pueden destacar, Reflexiones acerca de la convivencia humana (1965), breve historia de
la filosofía (1985), la reflexión cotidiana (1987), metafísica del lenguaje
(1999), entre otros.
En 1960, obtuvo el título de Profesor de Estado en
Filosofía por la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile,
con su tesis de grado "La metafísica
del lenguaje", la que fue aprobada con distinción unánime y al tiempo
después fue convertida en una de sus obras más reconocidas. Su carrera como
docente comenzó en el año 1965, y en ese tiempo ocupó el cargo de ayudante en
el curso de Introducción a la Filosofía del profesor Eugenio González. Y a fines de 1960 obtuvo su primera cátedra
en la Universidad de Chile, en el área de Filosofía Medieval.
Con el pasar de los años, sus obras continuaron
saliendo a la luz, entre ellas se puede destacar “La reflexión cotidiana”, cuyo prólogo fue elaborado por el
reconocido filósofo francés Paul Ricoeur. Es
aquí que la filosofía se toma como una forma de ser, y de vivir el día a día de
manera reflexiva, la cual posteriormente fue traducida al francés y publicada
en Francia en 1992. Ese mismo año, recibió el Premio Jorge Millas, otorgado por
la Universidad Austral. En 1993 Humberto Giannini recibió el Premio Manuel
Montt y en mayo de 1995, organizó junto a otros filósofos nacionales y
extranjeros el Coloquio Internacional "Spinoza:
teología, ética y política”.
A lo largo de su vida, Humberto Giannini fue
condecorado con múltiples distinciones, premios y galardones. En sus últimos
años de vida recibió la condecoración Cavaliere
Ordine Della Stella Della Solidarietá Italiana, en 2009 y, dos años más
tarde, la Distinción Ilustre
Municipalidad de Ñuñoa, lugar en el cual vivió gran parte de su vida. La
Universidad de Chile lo nombro, en el año 2012 Profesor Emérito, y en el año
2013 fue elegido para recibir la Medalla Juvenal Hernández Jaque, en esta misma
casa de estudios, y la Universidad Arcis le otorgó el título de Doctor Honoris Causa.
Una de sus más reconocidas obras es breve historia de la filosofía, de la
cual se han impreso varias ediciones, cada una más completa que la anterior. En
este texto, Giannini no se limita meramente a informar, sino que ha realizado
una selección muy cuidadosa sobre los temas básicos de la filosofía, exponiendo
cada uno de ellos con un lenguaje simple y claro, de llegada a cualquiera que
se atreva a leer este libro. Deja al lector en plena libertad para continuar su
descubrimiento, dejando que sea él quien decida si acepta o rechaza estas
doctrinas presentadas en el libro. Este texto ha sido de mucha ayuda para los
adolescentes que están comenzando a estudiar la filosofía en las escuelas, pues
Giannini ha intentado acoger y
comprender las diversas formas en que el pensamiento ha tratado de acercarse a
la verdad, absteniéndose de juzgarlas[5]. Es
decir, pero no es un libro elaborado con la intensión de simplificar o
“facilitar” la comprensión de la filosofía a modo de resumen, sino que se
encarga de adentrarse a fondo en muchos problemas, y de esto se puede mencionar
los capítulos que dedica a Platón, Aristóteles, San Anselmo, Santo Tomás,
San Buenaventura, Spinoza, Kant, Hegel, Husserl, Heidegger, Sartre, Habermas,
Gadamer, Ricoeur, Foucault.
La filosofía, según Humberto Giannini, es un modo de autorreflexión
[6], y además para el pedagogo
infiere netamente una cuestión de vocación en su enseñanza, se trata de
mantener una problematización. En una entrevista al periódico The Clinic,
Giannini profirió las siguientes palabras: "Y
si se puede tener filosofía, mi filosofía de centro es el sentido común. No
abandonar nunca el sentido común, la filosofía no podría abandonarlo. Ya que no
tenemos universo, porque se fue muy lejos, tenemos mundo, el mundo de nosotros.
Eso para mí es muy importante", tras lo cual sufrió un desmayo del que
nunca despertó. Falleció un 25 de noviembre de 2014 a los 87 años de edad.
Entonces, enseñar y practicar la filosofía en el aula
es fundamental por tres razones:
1- Desarrolla un pensamiento crítico en el alumno, lo
cual es sumamente necesario en la era de la información en la que vivimos. En
este sentido la filosofía otorga las herramientas para indagar y distinguir
entre hechos u opiniones, nos permite interrogar nuestro entorno y a nosotros
mismos, evaluar la solidez de los argumentos, evidencias, entre otros.
2- Desarrolla la creatividad en el alumno, puesto que la
filosofía en su ejercicio nos obliga a salir de lo convencional, y a pensar de
múltiples maneras.
3- La ética y la ciudadanía nos lleva a ponernos en los
zapatos del otro, nos lleva a adoptar ideas ajenas, aunque sea de manera
temporal, para así llegar a la comprensión de diversos saberes a través de
distintos caminos. Nos enseña que existen diversas maneras de ver y entender el
mundo que nos rodea, a tolerar diversas ideas y debatir de manera pacífica, nos
enseña a ser tolerantes con respecto a otros pensares y entregar valores a los
alumnos que como ciudadanos deben tener. [7]
Educar es, educar un pueblo, es el acto de conducir a
los hombres a su verdadera meta, la humanidad. La reflexión filosófica ayuda a
lograr una mejor comprensión del mundo y de la vida, es decir, la filosofía
debe ser considerada como una ciencia que nos ayuda a comprender la realidad y
a posicionarnos en ella, a tomar conciencia de lo que nos rodea y a conocer
pensamientos postulados por diversos filósofos. La filosofía sirve para
derribar muros, para examinar críticamente nuestros pensamientos, y los
pensamientos con los que cuenta el universo, para meditar y debatir si ciertos
pensadores y las cosas que postularon eran factibles o no. Muchas veces, las
ideas que tenemos sobre ciertas cosas que fundamentan nuestra realidad nos
vienen dadas, nos adecuamos a ciertos pensamientos que recorren el mundo, pero
la filosofía nos lleva a recapacitar sobre si estos pensamientos están lo
correcto o no, la filosofía nos hace cuestionar y dejar de reproducir estos
pensamientos sin más. El mundo en el que vivimos esta empapado de ideas
filosóficas, y en base a las cuales actuamos y vivimos el día a día. Estudiar
la filosofía nos ayuda a actuar de manera autónoma, a despertar del sueño en el
cual la sociedad normada nos quiere mantener y comenzar a pensar por nosotros
mismos.
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