La Aurora del Pensamiento Griego



La Aurora del Pensamiento Griego
Por Catalina Núñez Saballa



En el siglo VIII o en el VII a. c Hesíodo sistematizó a los dioses griegos por generaciones, y además creó un marco en donde situar todos los principios de este mundo divino. En la creación de la cosmogonía se describe el comienzo del todo, es decir, la creación del vasto universo que habitamos. En la Teogonía, Hesíodo se encarga de presentar esta estirpe sagrada, a la cual corresponden los dioses y dar un orden a las generaciones de dioses que aquí nacieron, pues en este texto el comienzo de la creación del universo es marcada con una frase que ha comprendido diversos contenidos en sí, dependiendo del pensador que la tome y cómo se la tome. Lo que hizo Hesíodo fue unificar todo y atribuirlo a un primer principio: el Caos. Si bien la obra de Hesíodo no fue asociada a la filosofía, su poesía marcó una contribución en cuanto a la preocupación de acercarse a la verdad y al inicio del mundo.
Ahora bien, el poema de Hesíodo tiene una clara similitud con el poema babilónico cosmogónico atribuido a Enuma Elish, en donde el principio de la narración en ambos poemas es casi idéntico, en ambos se indica que en el principio existió una masa de materia indeterminada e incluyen en el relato el nacimiento de un dios encargado de mantener el orden en el mundo, en el cual en uno de los poemas corresponde a Zeus y en el otro a Marduk.[1] Por lo cual se cree que Hesíodo podría haber tenido influencia externa en la idealización de su cosmogonía. 
Para el autor de la Teogonía lo principal fue describir rápidamente este comienzo del universo para finalmente llegar a la historia de Zeus, por lo cual no es posible encontrar en su texto una descripción extensa sobre lo que dio comienzo a todo lo demás. Además, es a partir del verso 116 en donde comienza a relatar su cosmogonía de la siguiente manera:
                                                      “Pues bien, lo primerísimo que surgió fue Caos. Pero luego Tierra de ancho pecho, sede por siempre segura de todos los inmortales…”[2]
Justamente en esta frase Hesíodo indica que lo primero fue el Caos, pero no se detiene en una explicación de aquello, sino más bien continua con su relato cosmogónico, quizás no consideraba el tema relevante o quizás no era en lo que se quería enfocar. Es por esto que actualmente se ignora cómo surgió o si algo o nada existió antes de él. Cabe destacar que estas interrogantes son cosa seria, pues no es nada fácil intentar responderlas. Es por lo mismo que existe la necesidad de hablar sobre el Caos hesiódico respecto de su origen y como principio primordial de las cosas, pues tiene un sentido cosmogónico de “separación de la forma originaria” o de “abertura infinita” del cual se crea una analogía respecto de la cosmogonía almánica.
El Caos de Hesíodo presenta una serie de dificultades etimológicas y de interpretación, pues en su Teogonía no llega a explicar qué es o cómo se compone el Caos, por lo que no se sabe si Caos es material o espacial, cuándo y dónde nació y cuál es su lugar en el cosmos. Lo cual ha dado paso a diversas interpretaciones etimológicas por parte de numerosos autores, algunos de su época y otros contemporáneos de él.
Algunas concepciones asocian al Caos a un espacio vacío, tinieblas y materia informe. Entre las interpretaciones antiguas destaca la de Aristóteles, quien atribuye al Caos de Hesíodo el carácter de ser un lugar independiente, es decir, un espacio inmaterial, pero Aristóteles se sirvió de otras fuentes para crear esta concepción de Caos, siendo a través de Pitágoras, en Zenón y de Platón en el Timeo. De manera más detenida, Zenón explica el Caos como agua, la cual una vez encogida se convierte en barro, y finalmente se solidifica en la tierra. Y del mismo modo, Sexto Empírico explica que el Caos es lo primero y de él surgen todas las cosas que llegan a ser. Las concepciones adoptadas por estos filósofos son poco claras y muy abstractas, lo cual deja en una clara incertidumbre a quien quiera saber específicamente qué es el Caos.
Entre las interpretaciones más conocidas, una corresponde a la hecha por Aristófanes en donde postula que el Caos está situado entre el cielo y la tierra, es decir, es un espacio intermedio en el cual vuelan las aves. La otra interpretación relaciona al Caos con Érebo y Tártaro, y es posible encontrarla en pseudo-platónico Axíoco[3]. El inframundo (o Tártaro) posee una afinidad con el significado de Caos, y también se puede observar en la definición que hace Apolonio de Rodas respecto a una atmosfera subterránea obscura y sin luna.
Por otro lado, Ovidio interpreta el Caos como una materia informe que existía antes de que el mundo fuera ordenado, la cual tiene características confusas y es de carácter desordenado, este Caos es a partir del cual se funda el universo. En otro sentido, Baquílides asocia el Caos al aire, a la atmósfera, al lugar en el cual las aves pueden volar, y de igual modo Aristófanes emplea el término Caos para referirse a esta región que se sitúa entre la tierra y el Olimpo, a través de la cual viajan las ofrendas a los dioses. De este modo, el Caos aparece junto a la Noche, a Érebo y Tártaro cuando aún no existía la tierra ni el aire ni el cielo. Ante estos testimonios es muy fácil dar cuenta de que los autores antiguos tenía muchísimas dificultades para interpretar el significado del Caos, sobre todo porque Hesíodo no se dio el trabajo de explicarlo en su texto.
En las interpretaciones modernas destacan las que hacen del concepto Caos un término concreto como "abertura" o "hueco" y las que materializan el Caos atribuyéndolo a la sustancia atmosférica como "niebla", "aire" o 'bruma".  Con respecto a los primeros existen autores que define en el Caos como un abismo o como un vacío. Para el poeta Mazon, el Caos representa un espacio que separa el cielo y tierra indefinidamente, puesto que ni el cielo ni la tierra lo limitan ni por arriba ni por abajo. Respecto de la segunda línea de interpretación salen a la luz autores como Schoeman, quien realiza una analogía entre el Caos de Hesíodo y el Aer de Anaxímenes, dónde deja claro que el Caos es una noción filosófica abstracta de las tinieblas y la distingue de la forma y la estabilidad de la tierra. Pero, además algunos comentaristas modernos le han dado al Caos un sentido de extensión como el primer germen de la creación, lo cual se acerca a la interpretación que dio Anaximandro, noción que resulta difícil de concretar o describir en términos de categorías empíricas.
Con respecto a la etimología de Caos, la más aceptada actualmente esa aquella que considera el Caos una “abertura" o "hueco", pensando que de esta manera la concebía Hesíodo.  A partir de una dicotomía entre el término Xaos y Xaūvoc, Mondi señala que ambos términos difieren en su nivel de generalidad, pues uno de ellos es utilizado para designar cualquier cosa configurada en forma de “hueco”, mientras que la otra es un término cósmico. Pero la verdad es que Mondi no posee ninguna hipótesis para argumentar su definición.  Por lo cual, también es bien recibido que otros autores la relacionen con la oscuridad y atribuyan características propias como Tártaro o Érebo, también asociados a la Noche. Ante lo cual autores como Bremer avalan la idea de que al principio de la creación del mundo existía solo la oscuridad y que el Caos desempeña un papel de entidad cósmica oscura y abierta.
 Las nociones fundamentales de la cosmogonía reposan en aquellos versos en los cuales se ordena genealógica y cronológicamente las familias divinas, las cuales representan el proceso evolutivo y de transformación del mundo. Éste poema expresa la noción de totalidad del universo y la unión de cuatro grandes regiones: cielo, mar, tierra e inframundo, pero ninguno de los antes mencionados ocupa el primer puesto, es decir, aquello que estaba al principio de todo y a partir de lo cual surgió todo lo demás.
 En la actualidad aún se presenta un sentido abstracto del Caos y a pesar de que se ha intentado definir, en su gran mayoría no se han acuñado nuevos conceptos para esta abstracción.  El verdadero reto radica en cual fue la noción que intentó darle Hesíodo al Caos y con esto nos referimos a las preguntas de dónde, cuándo y por qué surgió, entre otros. En la opinión personal de la autora[4] el Caos posee de una energía interna la cual no es pura negatividad ni tan poco se entiende como "disformidad", sino que posee la capacidad propia para que surjan elementos de él. En definitiva, el problema que abarca el término “Caos” ha logrado persistir a través del tiempo y persiste más vivo que nunca.



[1] Toledo, Diana. El mito del Caos primigenio. Vol. 2, No. 4, 2011, pp.55-78. ISSN. 2007-1868.
[2] Hesíodo. Teogonía. 116ss.
[3] Cf. Pl. Ax. 371e (trad. F. P. Samaranch, 1990, 1667).
[4] Martínez, Roxana. La aurora del pensamiento griego. (2000). Editorial Trotta.

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