Breve mirada a la Objetividad Parcial desde Donna Haraway
Si hablamos de la historia y la concebimos como un progreso lineal, podemos ver que cada época ha entregado a la existencia humana diferentes tipos de discursos y maneras de ver y entender al sujeto y a su entorno. Sin embargo, cada vez que estos discursos aparecen nos encontramos con una enorme cantidad de términos e ideas heredadas desde épocas pasadas, en donde podemos cuestionarnos qué tanto es lo que se ha modificado o evolucionado en esta construcción progresiva. Ahora bien, podemos tener en cuenta en palabras de Pierre Levy, y más precisamente a las tecnologías de inteligencia, en donde se posibilita tener otras operaciones del pensamiento, podemos preguntarnos ¿qué tanto se ha modificado el pensamiento? ¿hemos creado nuevas formas de pensar o continuamos con discursos heredados de la modernidad y, quizás, anteriores a ella? o también ¿cómo han influido las teorías o corrientes del pensamiento moderno y postmoderno en nuestra actividad tanto científica como del pensar?
Como mencionamos, las tecnologías del pensamiento, sin duda afectan al pensar, y esto no solo desde un plano de abrir más al pensamiento, sino quizás, desde el margen de entregar una estructura, un modo de pensar, podemos ver esto expresado en la escritura que, si bien esto permite ser parte de la evidencia histórica cultural, también se puede ver la determinación que esto acarrea, el cómo escribir y el cómo expresar algo determinado, ¿qué es escritura y que no entra en el rango de escritura? Estas preguntas críticas y reflexivas nos posibilitan poder re-pensar lo que ya tenemos, y mirar de manera más detenida como se ha descrito el mundo, y quienes lo han descrito, ya que esto tiene mucha relevancia a como hoy miramos el mundo y a los que pertenecen a él, y claramente a los que no pertenecen o están en las afueras de este. A continuación podremos plasmar el papel de la mujer en este plano, frente a cómo los diversos géneros, razas y etnias son vistos y descritos en esta visión de un mundo antropocentrista, masculinista y preguntarnos qué tan afuera o adentro se nos permite estar.
En la contemporaneidad, las feministas han insistido en que se logre una mejor descripción del mundo en todo ámbito, puesto que no basta con solo mostrar la contingencia histórica radical, y los modos de construcción para todo. Las mujeres se encuentran perversamente en conjunto con el discurso de muchos científicos practicantes que, cuando todo se ha dicho y todo se ha hecho, creen estar describiendo y descubriendo cosas mediante sus construcciones y sus argumentaciones. Frente a esto, Evelyn Keller ha insistido mucho sobre dicho asunto fundamental, indicando que el feminismo busca un proyecto de ciencia que ofrezca una visión más adecuada, rica y mejor, en vistas de vivir bien en relación crítica y reflexiva con nuestras prácticas de dominación y con las de otros, y además con las partes desiguales del privilegio y de opresión que configuran todas las posiciones, es decir, se busca una nueva forma de objetividad en la ciencia, desde una perpectiva feminista, una objetividad parcial. El problema aquí es cómo lograr simultáneamente una versión de la contingencia histórica radical para todas las afirmaciones del conocimiento y los sujetos conocedores, una práctica crítica que sea capaz de reconocer las tecnologías semióticas de ellas para lograr significados y un compromiso con sentido que consiga versiones fidedignas de un mundo real, que pueda ser parcialmente compartido y que sea favorable a los proyectos globales que tienen en su mira la abundancia material adecuada, lo cual, en pocas palabras, trae consigo sufrimiento y felicidad limitada.
Como bien indica Donna Haraway, las Ciencias Naturales, Sociales y Humanas han estado siempre implicadas en esperanzas sobre cómo la ciencia ha tratado de encontrar una búsqueda de la traducción, de la convertibilidad, y de la universalidad, la cual en términos simples, corresponde a un reduccionismo. El hombre, al sentirse y saberse la primera creación de Dios, al saber que el mundo fue creado para su disposición y la mujer fue creada a partir de su costilla, significó su existencia y su vivir bajo la idea de que el mundo fue construido para suplir sus necesidades, de que lleva a cabo su existencia en un plano que no es más que un canasto lleno de frutos para su disfrute. Ésta es su fantasía, este es el mito en el cual el hombre se desenvuelve y se despliega. La inmortalidad y la omnipotencia nunca han sido su fin, sin embargo, el dominio y el poder sí lo son, y se han utilizado variadas maniobras de poder, juegos agonísticos de retórica o de arrogancia científica y positivista para aplicarlo. Es posible identificar estos tipos de juegos en en las Ciencias exactas, en las Naturales, en las Sociales y en las Humanas.
Para Donna Haraway el quid de la cuestión es bastante sencillo: solamente bajo una perspectiva parcial se puede prometer una visión objetiva. Ahora bien, la perspectiva parcial es vista como la responsable de la creación de monstruos prometedores y monstruos destructivos, los cuales son a su vez creadores de ciertas limitantes respecto a una visión objetiva de las tecno-ciencias. Pero bueno, todas las narrativas culturales se han basado en un construccionismo sobre la objetividad de las ideologías de las relaciones entre la mente y el cuerpo y el lenguaje, además de concebir a la distancia y la responsabilidad inmersas en la cuestión científica en el feminismo. Dicho esto, se debe esclarecer que la objetividad feminista trata de una localización limitada y de un conocimiento situado, no trata sobre trascendencia y el desdoblamiento del sujeto y objeto. Pero, en caso de lograrlo, las mujeres podríamos responder de mucha mejor manera de lo que aprendemos y de cómo miramos.
En el texto de Donna Haraway “Ciencia, Cyborgs y Mujeres”, es posible identificar además, que las feministas han luchado por una doctrina y una práctica de la objetividad que favorezca la contestación, la deconstrucción, la construcción apasionada, las conexiones entrelazadas y que trate de transformar los sistemas del conocimiento y las maneras de mirar.
El problema de la persistencia de la vista insiste en la naturaleza encarnada de la vista para poder proclamar que el sistema sensorial ha sido utilizado para significar un salto fuera del cuerpo marcado hacia una mirada conquistadora que proviene desde ninguna parte. Esta mirada se ha encargado de inscribir todos los cuerpos a partir de una marca, ha sido una fábrica de categorías y de representaciones. El quid de la cuestión en la persistencia de la vista busca que las posiciones no marcadas de Hombre y de Blanco, uno de los muchos tonos obscenos del mundo de la objetividad a oídos de las feministas, presten un espacio en el cual las sociedades dominantes científicas y tecnológicas incluyan a estos otros. La objetividad parcial significa, en definitiva, conocimientos situados. Conocimientos que, irónicamente, a lo largo de la historia han sido geo-políticamente situados en occidente.
Para la autora solamente la objetividad parcial promete una visión objetiva, solo esta se encarga responsablemente de lo que se declara, o como se mencionó anteriormente, “de sus monstruos prometedores y de sus monstruos destructivos”. Una objetividad feminista trataría de la localizacion limitada y del conocimiento situado, no de la trascendencia y el desdoblamiento del sujeto-objeto, al que se estaba acostumbrado, tanto en la filosofia como en la ciencia. Por otro lado, y como hemos visto, la autora hace una dura crítica a la objetividad de las ciencias, pero también esta nos advierte acerca del truco divino, de la mano del relativismo y el totalitarismo, donde ambos prometen, al mismo tiempo y en su totalidad, la visión de todas las posiciones y desde ningún lugar, por lo mismo la crítica de Haraway, por eso su conocimiento situado, su objetividad parcial.
La vista ha sido muchas veces utilizada para significar una perversa capacidad, la cual ha sido refinada hasta la perfección en la historia de las ciencias, y según las propias palabras de Haraway, dicha vista está intrínsecamente relacionada con el militarismo, el capitalismo, la colonización y la supremacía masculina, esto con el fin de crear una distancia del sujeto conocedor que se está por conocer de todos y de todo el interés del poder sin trabas. El hombre se ha encargado de dominar todo lo que posee a su alrededor, se ha encargado de adquirir cierto poder y relacionarse en la sociedad bajo estos juegos de dominación y poder, por lo que Haraway nos señala que la visión es siempre una cuestión de “poder ver”. Inclusive la evolución de la historia y su relación con el género femenino se basó en la diferencia entre los sexos y se achacó a la mera biología, y una vez que la femineidad fue desplazada y manipulada, la idea del hombre como señor y propietario del mundo que le rodeaba tomó vida propia, vida que se vio sustentada por poderosas fuerzas culturales y psicológicas, que se lograron sexualizar en un proceso de pensamiento y se invocó a este proceso el inevitable y enorme mundo que corresponde a los afectos.
Pero la naturaleza del problema sigue siendo la misma, se está intentando buscar una explicación a los orígenes y a la persistencia de este mito que posicionó al hombre en una visión y auto-concepción de superioridad por sobre todo lo que le rodea, mito que nos está dirigiendo hacia los procesos por los que se desarrolla la capacidad del pensamiento científico, y las formas en las cuales estos procesos se entrelazan con el desarrollo emocional y sexual del hombre. Ahora, esto va mucho más allá del sentimiento de dominación y poder por sobre la naturaleza, se trata también de los subyugados
¿Qué sucede con los subyugados? Aquellos grupos que el hombre se encargó de dejar fuera del ámbito científico y técnico. Estos subyugados también tienen sus visiones, las cuales, vale decir, son bastante prometedoras. Haraway destaca que los puntos de vista de los subyugados son preferibles porque parecen prometer versiones transformadoras más adecuadas, sustentadas y objetivas del mundo, sin embargo, la autora nos advierte que los puntos de vistas de estos tampoco deben de ser tomados como inocentes. Pero cómo se puede mirar desde abajo es un problema que requiere al menos tanta pericia como con los cuerpos y con el lenguaje, así como también con las mediaciones de la visión, esto quiere decir se debe tener en cuenta el problema de las más altas visualizaciones técnico-científicas. Ahora bien, esto sucede también con aquellos subyugados que ni siquiera poseen lenguaje, la Naturaleza, y son los mencionados anteriormente, aquellos con visiones prometedoras, quienes se encargan de velar por ellos. No obstante, estos no se libran de la posibilidad de estar del lado del truco del ojo divino.
Si bien en la actualidad se han incluido ciertas minorías en el ámbito científico, la evidencia demuestra que los primeros valores que fueron articulados por científicos modernos conllevaron a la promoción de un tipo de conocimiento que desembocó en el dominio y control de la Naturaleza. Se sabe que estos valores lograron definir el éxito en la ciencia, frente a lo cual también se podría llegar al acuerdo de que otros valores diferentes no hubiesen tenido el mismo éxito en la misma medida. La ciencia, tal y como la conocemos, se desarrolló sólo una vez en la historia de la humanidad, pero la acción de ciencia constituye en gran medida una contradicción en sus propios términos. Mediante un profundo análisis respecto a los debates que prosiguieron mucho después de que la alquimia del Renacimiento dejará de ser un contrincante viable para la ciencia, Evelyn Keller, llegó a reflexionar y a entender las presiones selectivas que ejercen la ideología en general, centrándose particularmente en la ideología de género respecto a la comparación entre visiones diferentes de la ciencia. Muchas presiones formaron parte del proceso que logró transformar una tradición pluralista bastante compleja en una retórica monolítica que se encargó de encubrir, oscurecer y a menudo distorsionar una amplia diversidad en la práctica de las ciencias.
Para Haraway, es de suma importancia una nueva objetividad con una perspectiva feminista, una objetividad parcial, que como se mencionaba antes, no tenga pretensiones de trascendencia, sino que se situe, que se hable desde un lugar de enunciacion declarado, con un conocimiento situado, cosa que al parecer la ciencia habría olvidado. Es clara la crítica de la autora al dominio que ha tenido el poder y el hombre en el ámbito de las ciencias, sin embargo, Haraway nos dice que es momento de que la objetividad de la ciencia se vuelva responsable, que no busque abarcar todo porque no lo ha podido lograr, y que es necesaria la integración de la ética y la política, donde cobra relevancia el medio ambiente junto al ecofeminismo.
En la actualidad, todo nos parece ya fijado, ya hecho, pero la visión se ha ido reformulando y reestructurando para conectar con nuestros ojos e ir mucho más allá de las llanas apariencias fijas, que han sido concebidas como productos finales. Frente a esto, se debe mencionar la existencia de maquinarias especializadas que más allá de ayudar frente a la concepción que tenemos del mundo, se han encargado de vanagloriar y ensalzar la historia del hombre y, por qué no decirlo ya que estamos en eso, también del capitalismo. Dicho de otro modo, debido a las tecnologías de la visión en las cuales estamos inmersos, ha sido posible percibir ciertas metáforas y medios que han permitido comprender el mundo bajo ciertos modelos de objetivación, pero dichas metáforas son las que se han encargado de dejar fuera del juego al género feminino, a diversas razas y también a algunas etnias, escudándose bajo lo concreto y la producción del conocimiento científico.
Desde lo anteriormente mencionado, podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué tanto se tiene que evidenciar, el modo silenciador en el que se ha tomado a la mujer, a las razas y etnias, para generar un discurso que no sólo quede en palabras y se pueda generar una realidad práctica? Quizás, esta pregunta sea difícil de responder, así sin más, pero consideramos que no podemos caer en la espera insípida y silenciosa, sino que desde estas situaciones, que cada vez son más evidentes se siga haciendo sentir, y no con pretensiones de universalidad y trascendencia, sino de un sentir situado, en relación a lo que está en una realidad actual, en su entorno. Así mismo, no caer en un método reduccionista frente a otro, detrás de discursos pretenciosos, disfrazados de conceptos que se dicen pero no se hacen en la práctica, intentando tomar al otro desde el término sujeto-objeto. No hay que olvidar que este otro que quedó afuera ha sido tratado así, por un hombre que cumple con los requisitos y métodos que él mismo ha impuesto, en virtud de lo que “debe ser” universal y absoluto. Es por esto que la voz de la mujer no viene a decir algo que está en otra realidad, en otro mundo, que viene de un afuera, sino, un discurso feminista que viene de lo profundo, desde lo más adentro de la realidad, que la ha tenido silenciada y oprimida en estructuras masculinas y científicas.
Bibliografía
Ibañez, T. (1996) Fluctuaciones conceptuales: en torno a la posmodernidad y la Psicología. Caracas, Venezuela
Ibáñez, T. “Municiones para disidentes”, “Adiós a la Modernidad” Ed. Gedisa. p. 113-120.
Keller, E. (1991). Reflexiones sobre género y ciencia. Ediciones Alfons El Magnanim. Valencia, España. P. 35-122.
Haraway, D. (1991). Ciencia, Cyborgs y Mujeres. Ediciones Cátedra, S.A. Madrid, España. p. 315-347.
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